La disciplina del Value Investing se puede definir con sólo unas palabras: Comprar 1 dólar a 50 céntimos. En la Bolsa esto se puede traducir a comprar una acción por la mitad de su valor real, en definitiva, el Value Investing busca comprar empresas que se venden a un descuento de su verdadero valor, esto es, empresas “en rebajas”.
En cambio, la teoría del mercado eficiente creada, por Eugene Fama profesor de la Universidad de Chicago, en 1970 defiende que el mercado en todo momento tiene en cuenta el valor real de los negocios y que sólo pueden superarse las rentabilidades del mercado en general por tomar grandes riesgos o por fortuna (Van Gerben, 2011).
Los seguidores de la teoría del mercado eficiente defienden que el análisis de una empresa para valorarla es una pérdida de tiempo, ya que el mercado ya habrá reflejado el verdadero precio de las acciones cuando la información sea accesible al público.
Sin embargo, los seguidores del Value Investing, mientras admiten que el mercado es normalmente eficiente, defienden que en ciertas ocasiones los mercados dejan de ser eficientes.
El argumento principal es que la Bolsa, gobernada por las decisiones de los inversores, está sujeta a los sentimiento de miedo, euforia y avaricia de estas personas y que, por tanto, habrá momentos en que las acciones de algunas empresas estén sobrevaloradas o infravaloradas.
Y es en estas ocasiones de euforia y avaricia donde un inversor inteligente debe vender y en las situaciones de miedo cuando debe comprar.
Un ejemplo de euforia y avaricia puede verse claramente en las altas cotizaciones de la época de boom tecnológico donde el 10 de Marzo del año 2000 el NASDAQ (índice representativo de empresas tecnológicas) llegó a los 5.048 puntos[1]. Sólo, 2 años y 7 meses más tarde, el 11 de Octubre de 2002 el NASDAQ bajó hasta los 1210 puntos lo que supuso una pérdida del 76%.
¿Realmente un conjunto de empresas costaban “x” en el año 2000 valían “x/4” 2 años y 7 meses más tarde?
No. Este es un claro ejemplo de que la euforia de los mercados puede llevar a la gente a volverse loca en búsqueda de la riqueza instantánea. Un inversor que se hubiese fijado en los fundamentales de una compañía nunca habría metido dinero en empresas tecnológicas en esta época ya que no tenían un historial de cinco a diez años de buenos resultados.
Otro ejemplo de euforia fue el provocado por el boom inmobiliario y que acabó con la famosa crisis financiera todavía presente. El 5 de Octubre de 2007 el S&P 500[2] llegó a los 1557 puntos. Sin embargo, sólo 1 año y 5 meses más tarde, el 6 de Marzo de 2009 registraba una caída hasta los 683 puntos. Es decir, en poco menos de año y medio el S&P perdió un 56%.
Al igual que en el ejemplo anterior, las empresas no perdieron la mitad de su valor real. Por ello, sobre todo, a lo largo de 2008 y en la primera mitad de 2009, hubo magníficas oportunidades de inversión que volverán a repetirse en el futuro.
Veamos que habría ocurrido si un inversor de valor hubiera comprado, por ejemplo, el 1 de enero de 2009 y hubiera vendido el 1 de enero de 2011. Estos puntos de compra y venta no fueron los mejores, pero suponían oportunidades ya por entonces.
Supongamos que el inversor se decide por empresas de primer nivel en las que siempre ha querido invertir pero en las que hasta entonces no lo había hecho por no tener un precio atractivo.
Empresa | Compra 7-1-09 ($) | Venta 7-1-11 ($) | Ganancia % |
Coca-Cola Company | 46 | 65 | 41,30% |
Google | 321 | 600 | 86,92% |
Heinz | 39 | 48 | 23,08% |
Berkshire Hathaway | 66 | 80 | 21,21% |
Fedex | 64 | 93 | 45,31% |
Nike | 53 | 83 | 56,60% |
Johnson & Johnson | 60 | 62 | 3,33% |
Oracle | 18 | 31 | 72,22% |
Media | | | 43,75% |
*Precios redondeados
Vemos que si hubiésemos invertido en estas empresas habríamos ganado un 43,75 % en dos años o lo que es lo mismo, un 20% anualizado sin incluir dividendos.
Este rendimiento habría sido mucho mayor si cuando el inversor hubiera comprado en Enero de 2009 y esas acciones bajaran, como posteriormente ocurrió en prácticamente todos los casos, el inversor hubiera comprado más acciones puesto que ello representaba una mayor oportunidad. Además hay que destacar que este tipo de empresas son las que menos bajan.
Por último destacar que a día de hoy, 20 de Junio de 2011, sólo 3 de las 8 empresas cotizan a un precio inferior del precio de venta señalado en el cuadro.
Podemos contrastar estos datos con lo que habría hecho un inversor más informado buscando empresas de calidad pero menos conocidas. En la tabla 2 se refleja esta opción:
Empresa | Compra 1-1-09 ($) | Venta 1-1-11 ($) | Ganancia % |
Deckers | 37 | 78 | 110,81% |
UFPT | 7 | 14 | 100,00% |
Guess | 16 | 42 | 162,50% |
Herbalife | 10 | 34 | 240,00% |
Tupperware Brands | 23 | 47 | 104,35% |
The Buckle | 22 | 37 | 68,18% |
J2 Global Communications | 21 | 29 | 38,10% |
Media | | | 117,71% |
*Precios redondeados
Vemos que si hubiésemos invertido en estas empresas habríamos ganado un 117,71 % en dos años o lo que es lo mismo, un 47% anualizado sin incluir dividendos.
Este rendimiento habría sido podido ser incluyo mayor si cuando el inversor hubiera comprado en Enero de 2009 y esas acciones bajaran, como posteriormente ocurrió en prácticamente todos los casos, el inversor hubiera comprado más acciones puesto que ello representaba una mayor oportunidad.
Hay que destacar que de todas las empresas de este cuadro o se mantienen en precios similares o se han revalorizado mucho en los últimos meses.
Además de los casos que hemos mostrado, donde hay burbujas que afectan a un gran número de empresas, de vez en cuando hay buenas empresas que ya sea porque hay un atentado terrorista, bien porque la industria en la que se sitúa está pasando por un mal momento, bien porque el mercado exagera unos resultados malos o no tan buenos como los esperados por los analistas o bien porque simplemente pasa desapercibida durante un tiempo se presentan oportunidades que un inversor atento es capaz de aprovechar.
De lo visto anteriormente, podemos concluir que si bien el mercado es normalmente eficiente, en ciertos momentos hay acontecimientos que hacen que la gente actúe de manera irracional y por tanto presentan magníficas oportunidades para aquellos inversores pacientes que, teniendo siempre en cuenta el valor de las empresas, pueden comprar barato y vender a un precio justo o incluso inflado.